La casa de la higuera que quizás no recuerdo
Y que ya no existe
(la del improbable aljibe y los pasillos eternos).
Los viajes por un país que era otro
Y quizás era germen
(Las pausas irreales
En los oasis de gasolina).
La fe infantil en el fútbol y en los padres.
La crujiente escarcha en las esquinas
De aquellas madrugadas escolares
(Cuando el invierno era invierno).
La ansiedad equívoca de los primeros deseos.
Otra vez la fe, irracional,
Ahora en la amistad
(Y en la música y los libros).
El breve tedio de la milicia.
Los cafés que sitiaban la Universidad
Con apasionadas sin razones.
El infierno pueril que tu cuerpo proveía
Y la juventud invicta disfrazaba
De aquello que nombran amor.
De a poco descubrir el Tango.
Los umbrales invisibles.
El encanto del erotismo furtivo.
Delinear un caos armónico
Hecho de caminatas sin relojes
Por la ciudad cansada.
Después el después o la vida,
Esa expatriación de los sueños.
Después los silencios
Y ese exilio centrípeto
Sin límites.
Shhh.
Voy a seguir yéndome.
martes, 13 de enero de 2009
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