El sol raya la mirada muerta.
El espesor de los ayeres respira
un fuelle cansado y ajeno.
Como en un después del fin
El sentido pesa lo que el agobio.
Caen tras los ojos fotogramas
Con rostros, siluetas, muecas
Que acaso creímos querer.
Ahora lo invisible es superficie.
La erosión trabaja a destajo.
Nos quedan restos de lógicas lejanas,
La anhedonia generosa
Y un mascullar autista de vocablos.
lunes, 10 de septiembre de 2012
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