Caer ingrávido
ante un horizonte ciego
y blanco como la nada
un desliz de labios, de brisas
de agujas sabias
y tocar, leer, con las muescas
y los sensores de las yemas
la savia y las cicatrices invisibles
el mapa añejo de la existencia
casi antes de la invención de los dioses
de los signos, del rito del tiempo,
si la mente acaso fuese a voluntad
la indiferente mirada del azar...
domingo, 26 de agosto de 2012
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