¿Qué cosa grandiosa puede decir una novela, un poema, una música, una pintura? Nada que ya no se sepa: que somos ciegos, efímeros, vulnerables.
El placer que pueden brindar y la alegría u otras maneras de sentir dicho placer se relaciona, creo, con la manera de decirlo.
Al fin y al cabo, libros y humanos, somos esculturas de hielo.
Y el único sentido plausible está en el rastro que le inventamos a cada gota.
domingo, 13 de noviembre de 2011
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