lunes, 24 de agosto de 2009

La espera

No hay albas ni ocasos significativos.
No hay mañanas violentas
Ni noches hondas y asimétricas
En cuya expansión la conciencia sepa naufragar.
No hay siluetas que extiendan una caricia
Ni sombras para ocultar la mirada.
No hay afán de mitos.
Sólo un puñado de gestos o manías.
Sólo el vicio de la espera,
Sólo el miedo al miedo,
El ansia fatigada,
Los ecos de un ayer jamás dicho,
El hábito de existir,
El hábito de conspirar ficciones.
Y el dolor en el pecho.