El dolor es una silueta
que repta entre los bujes
de la máquina azarosa
y tracciona y retuerce
las poleas que en la proa
administra el desatino.
El dolor es el registro,
la constancia inquebrantable
del estar siendo ya.
Es acaso la convicción
más íntima y al tiempo
(o al destiempo) más abstracta
de ser un eco de la materia.
Es ausencia, y es puñal,
y es malversación de órganos
y perseveración de la vana
pretensión de sentido.
Y a veces el dolor es trama
que place al evocar
la nada que nos colma.
domingo, 18 de noviembre de 2012
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