A diferencia de las emociones primarias, como la pena o la alegría, que son deudoras del tiempo, y por tanto pueden prescindir del estímulo en tren de su universalización -son, por así decir, objetivas. es decir, comunicables-, el amor es un sentimiento óptico, y su subjetividad se forja en el objeto que lo asimila e impulsa y su comunicabilidad es torpe, inexacta, inasible. Como un mensaje pueril y críptico del que no podemos no desconfiar.
Si la tristeza es en el tiempo, el amor es espacio, un espacio imaginario donde se proyecta una correspondencia también imaginaria y siempre inconclusa, la sombra de un acontecer invisible.
viernes, 12 de marzo de 2010
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