La poesía es primero palabra, y después también.
Es una increpación contra el lenguaje. Desde las fauces del que se lanza a extirpar su interioridad o desde el pulso de quien pretende construir una sugestión, resulta siempre una ambigüedad incompleta. La poesía es el ritmo cedido a la corrección del coconspirador que lee. La poesía es pacto, es juego, es tregua. Es un parto que antecede a la violación. Es una carta manuscrita trazada por un analfabeto y remitida a un iletrado extranjero.
Es, en definitiva, una de las argucias de que se vale el silencio para decir.
martes, 23 de septiembre de 2008
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2 comentarios:
Es muy grato leerte....ejercita el raciocinio.Saludos sureros.
Gracias Cosmos.
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