La playa

El invierno ha trabajado para limpiar
Con sus herramientas hostiles y tiernas
Como la caricia nostálgica de una anciana
La mugre que esparce el calor
De las almas embalsamadas.
Pero el estío vuelve con su corso
De festividades huecas y bullicio prefabricado
Ha desparramar los residuos de su nada
Cosida con los signos más banales y efímeros
Que la industria del placebo ofrece.
Entonces los fantasmas del mar
Que el otoño convoca y abraza
Huyen con sus secretos e historias
Hacia médanos salvajes y solitarios.
Y la playa se puebla de escarnios,
De desnudez domesticada,
De deseos sin codicia,
Como si los sobrevivientes azarosos
Pero infectados
De la extinción de la especie
Con ristras de amuletos y máscaras
Se reuniesen a rendir culto al vacío
Sobre un tótem de arena
Hasta que la sal y los rayos
Resequen sus pulsiones.